En los últimos días se ha hablado a niveles increíbles del fichaje de Neymar Jr. por el PSG, un ruido similar al que se genera en cualquier mercado sobre ruedas. La gente se confunde entre tanto periodicazo, que si ya hay acuerdo entre el jugador y el equipo, que si el representante de la estrella se reunió con la cúpula del Barcelona etc.
Tanto murmullo me recuerda aquel emblemático capitán del conjunto catalán de la temporada 1999-2000, un portugués que tras varias temporadas recibiendo el afecto «cule» , decidió empacar sus cosas e ir con el máximo rival, el mismísimo Real Madrid, ganando así la rabia de toda una institución.
Si bien, con el astro brasileño no se iría al club blanco, hay que recordar que tan solo en marzo todos los fanáticos del club Blaugrana le festejaban que les había regalado el milagro de la remontada contra un club parisino, y recuerdo un gesto importante:
El jugador besando el escudo del Barcelona.
¿Qué cambió de ese beso al día de hoy? O la pregunta es ¿fue real ese beso? Permitiéndonos enfocar en la segunda, recuerdo que hace un año el futuro del nacido en Sao Paulo también era cuestionado y se hablaba de un traspaso al Madrid. Así dando esa información yo le pregunto a todos los seguidores del Barcelona ¿en verdad quieren a un jugador que cada verano se relaciona con clubes de alto potencial económico, que anda pensando en un cheque nada más? Pues señoras y señores, yo les digo Neymar fue el lobo que se vistió con la lana de valores del Barcelona, y brincó entre las ovejas.
Ahora a este pesimismo agrio como limón de esquite lo quiero terminar diciendo que si el ya citado jugador se queda en su actual club y demuestra que solo fue una fábrica de humo todo el verano, se podrá decir que es un jugador con corazón que no se deja enamorar por cheques, que no se intimida ante otras leyendas, que es capaz de ser más que talento en la sangre, porque esas características son las que separan a un futbolista élite con una leyenda del fútbol.