Es claro que el equipo de León vive una realidad completamente diferente a la que se veía hace 3 años después de proclamarse bi-campeón de la liga MX. Sus jugadores ya no son los codiciados del mercado, su afición ya no llena el Nou Camp, Boselli ya no es el matador que era antes, y sobre todo, el timonel del equipo no esta dando resultados o por lo menos una idea de juego.
Los dirigidos por Javier Torrente no tienen una victoria en liga desde hace 5 juegos, sumado a su no clasificación a la liguilla, hace saltar las alarmas. Si bien en la temporada pasada se pensaba que el equipo no conseguía los triunfos por las constantes bajas ya fuera de sanción o lesión, los tintes que está dejando en este curso dan de qué hablar iniciando por su defensa en la cual la variante Cornejo-Osvaldo Rodríguez está siendo un desastre, resultado de la mala planificación deportiva o administración del equipo. El planteamiento de los 2 laterales por derecha en la que se rotan la mayoría del tiempo deja por una coladera izquierda que ha resultado ya en 3 goles en contra.
De ahí la poca respuesta del guardameta William el cual no ha logrado alcanzar ese gran nivel que lo llevó a la selección de E.U.
A todo esto se le agrega el sistema ofensivo, el cual no está funcionando. Un solo gol en la presente temporada, producto de un penal que nace de un tiro libre, y como se dice en algunos cánones de soccer: «para que un sistema defensivo funcione, la ofensiva tiene que ser bondadosa y ejercer al ataque».
Los del Bajío aún con todo ese arrastre, están a tiempo para corregir rumbo tan solo con mirar lo que hicieron en la apertura 2016, en la que el equipo pudo ganar hasta la jornada 8 y logró colarse a la semifinal de la liguilla. Los esmeraldas tendrán que pensar si vale la pena mantener a Torrente como su director técnico pero mucho más a fondo deberán reflexionar si vale la pena seguir respetando a ciertas «Vacas Sagradas» en el equipo que no han mostrado nada en la cancha.